
Cartas de Papá Noel, de J.R.R. Tolkien
Si hay un libro para leerles a los niños durante el adviento, para mi es, sin duda, el que recoge una selección de las cartas que Papá Noel les escribió a los hijos de Tolkien durante más de 20 años. La primera llegó cuando John, el mayor, tenía 3 años. La última, cuando Priscilla, la más pequeña, cumplió los 14. Todo esto sucedía entre los años 20 y 40 del sigo XX; la última se escribe en medio de la Segunda Guerra Mundial. Este es un fragmento de esa carta:
“¡Feliz Navidad! Confío en que este año vuelvas a colgar el calcetín, porque todavía me quedan algunas cositas para ti. Después, tendré que despedirme más o menos: me refiero a que no me olvidaré de ti. Siempre guardamos los números antiguos de nuestros amigos de toda la vida, y su cartas; y con el tiempo esperamos a volver a saber de ellos, cuando se hacen mayores y tienen casa propia e hijos.”
Estas son algunas de las fotos que se conservan de la familia Tolkien de esa época. El niño dormido es Christopher Tolkien, hoy anciano, que se hizo cargo de la herencia literaria de su padre y editó sus obras póstumas. Su mujer, Baillie, editó las cartas de Papá Noel.
Los cuatro hijos de Tolkien disfrutaron durante este tiempo de las cartas que llegaban todas las Navidades, escritas de la mano del propio Papá Noel, con su letra temblorosa y vacilante. Más adelante, también empezaron a participar sus ayudantes: el Oso Polar del Norte, con sus trazos gruesos, y su secretario elfo Ilbereth, con su elegante caligrafía. Los personajes son cada vez más numerosos: Paksu y Valkotukka, sobrinos del Oso Polar, elfos de la nieve, gnomos rojos, muñecos de nieve, osos de las cavernas… Estas cartas, llenas de relatos sencillos y, a la vez, maravillosos, venían acompañadas de ilustraciones, anotaciones, sellos del Polo Norte y sobres magníficamente caligrafiados. Pero lo mejor, los relatos fantásticos de la vida en el Polo Norte, tal como podemos leer en la solapa de la edición de El Aleph:
“cómo se soltaron todos los renos de los trineos y se desperdigaron los regalos por doquier; cómo el inoportuno Oso Polar escaló el Polo Norte y se cayó por el tejado de la casa de Papá Noel para aterrizar en el comedor; cómo rompió la Luna en cuatro partes e hizo que el hombre que vive en ella cayera en el jardín; y ¡cómo se declaró la guerra a una horda de trasgos picapleitos que vivían en unas cuevas debajo de la casa!”
Nosotros hemos empezado esta pasada noche a leer las cartas de Papá Noel y los niños están absolutamente maravillados. Existe también una edición que lleva facsímiles de las cartas, no se si todavía se puede conseguir.
En todo caso, es una obra indispensable aunque no se tenga especial interés en el resto de la obra de Tolkien y en el universo fantástico que creó. Si con el Hobbit, el Señor de los Anillos y el Silmarillion fue capaz de refundir la mitología del norte de Europa para crear un mundo completo, coherente y fascinante, con estas sencillas cartas crea una pequeña mitología casera y encantadora para sus hijos de la que también pueden disfrutar los nuestros. ¡No os quedéis sin vuestras cartas de Papá Noel!